Por Kat GS
Los mantras son estos cantos repetitivos comúnmente en sánscrito que entonamos al principio y al final en las clases de yoga (como el famoso Om). Para los más nuevos en yoga esta tradición puede ser muy extraña, para los más avanzados se vuelve indispensable, pero normalmente la gente no los descubre hasta que practica yoga , o por lo menos eso era lo que creía. Cuando comprendí el significado me di cuenta que no era la primera vez que los usaba en mi vida, ya que desde pequeña tuve ese encuentro con mi primer mantra .
Si algo me podía causar terror de niña era la visita al pediatra, ya sabía que venía el momento de la inevitable inyección. Recuerdo que mis papás nos llevaban a mi hermana y a mi juntas, tengo muy presente ese elevador con ventanitas hacia la calle, cada piso que subía era un indicio de que nos aproximábamos al doloroso piquete.
Todavía no nos veía el doctor y ya llorábamos del nervio, entonces mi papá con ese ingenio que siempre le ha caracterizado nos decía “repitan el número 25 muchas veces seguidas”, y así era como cerraba los ojos y decía sin parar “25, 25, 25…” mientras el pediatra aplicaba la aguja. ¡Mi papá es un mago, encontró la palabra mágica para hacer que las cosas no duelan!
Ese frase la use por años, cada vez que experimentaba alguna molestia me concentraba en repetir “25, 25,25…” y rápido se iba el sufrimiento. En realidad creía que ese era el secreto para evitar dolor, y vaya que si lo fue.
Durante mi práctica de yoga me di cuenta que en las posturas más incómodas mi mente empezaba a repetir en automático “25, 25,25…” así mis pensamientos se desconectaban de la idea del dolor, entonces relacioné que esa frase mágica que me enseñó mi papá fue en realidad el primer mantra de mi vida.
Ahora sé que cada vez que empezamos a entonar el Om en clase de yoga lo hacemos para traer la mente al presente y soltar pendientes. Hoy sé que los mantras son los vehículos que nos permiten liberarnos del bombardeo de pensamientos para conectarnos con el presente.
Y ahora estoy diciendo 25 25 25 conteniendo la emoción!!!
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Para mi el OM perturba toda la materia en el salón de yoga, la vibración es tan poderosa que no solamente la siento sobre mi caja torácica al colocar mis pulgares y en consecuencia en cada una de mis células, sino que al hacerlo colectivo el aire y todo el ambiente se hace uno con el TODO.
“Nada está inmóvil; todo vibra»
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Gracias María. Muy hermoso tu comentario, y muy cierta tu frase!
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